La tecnología es un arma de doble filo. Por un lado, sirve como herramienta de socialización para las personas mayores del Colectivo LGTBIQ+; en ocasiones, incrementa la brecha digital a la que se enfrentan cada día.
“En la Fundación 26 de Diciembre detectamos hace años que las personas mayores con las que trabajamos, que siempre se habían sentido apartadas, discriminadas y, sobre todo, rechazadas, también veían que se quedaban atrás en la revolución tecnológica. Comenzamos impartiendo el taller ‘A mí me gusta navegar’ en el que la actividad más demandada por las personas usuarias fue abrir perfiles en redes sociales, sobre todo en Facebook. Con estas palabras, Federico Armenteros, Presidente de la Fundación, se refiere a la red social que a las personas usuarias de la Fundación les permite disfrutar de un sentido de pertenencia y combatir la soledad no deseada.
En la Fundación 26 de Diciembre se encuentra una gran familia elegida de personas mayores LGTBIQ+. Además de reconocerse en cada una de las actividades presenciales que lleva a cabo la Fundación, también son protagonistas de procesos creativos audiovisuales para la autorrepresentación y de espacios de expresión artística.
Recientemente, en el Grupo de Socialización de Hombres, en el que actualmente estamos trabajando temas relacionados con la vinculación afectivo-sexual, se llevó a cabo una actividad de speed-dating para que los usuarios pudieran conocerse y entrenarse en comunicación cara a cara, necesaria en espacios físicos de socialización. No hizo falta hablar de las apps de ligues. En esta ocasión, nuestro Centro Comunitario ha sido testigo de cómo la virtualidad ha sido superada por el artefacto cultural del pasado y del futuro: las relaciones sociales cara a cara. Miguel Santamaría, usuario de la Fundación, recuerda el taller como una experiencia muy divertida, “podría haberse extendido mucho más en el tiempo porque teníamos mucho que contarnos”, insistía.
"Fue una actividad divertida y muy reveladora para muchos de nuestros usuarios, no sólo se les dio la oportunidad de conocerse entre ellos, sino también de conocerse a sí mismos: qué es lo que transmitimos y cómo, qué claves verbales y no verbales empleamos, qué información queremos dar y cuál queremos recibir, cómo hacer que la otra parte se sienta cómoda, etc. Ismael Román, psicólogo de la Fundación, también destacó que “son habilidades sociales que no siempre tenemos la posibilidad de entrenar, debido a la falta de espacios de socialización para el colectivo, no destinados a encuentros sexuales, que faciliten el desarrollo de una intimidad desde la comunicación, las experiencias compartidas y los cuidados personales".
En el último taller sobre cómo envejecer de forma saludable, "Bienvejecer", el usuariado quedó encantado ya que el espacio les ofrece herramientas de gran valor. "Son espacios de vida, unos hablan más, otros menos, pero todo es muy gratificante", destacaba Víctor, usuario de la Fundación. Dolores expresó su más sincero agradecimiento por los talleres, "en este espacio encuentro un refugio donde puedo ser yo misma y compartir mis experiencias con personas que hablan el mismo idioma de la esperanza. Gracias por guiarnos y darnos las herramientas para crecer juntos. Tu dedicación nos inspira a ser libres y a soñar en grande".
"Gracias al apoyo y la guía de Ismael todos pudimos expresar nuestras emociones y sentimientos con libertad y sinceridad. Yo tuve la oportunidad de compartir con el grupo mis experiencias recientes de esfuerzo por superar momentos de bajón de ánimo, tristeza y depresión. Muchos de los que hablamos conectamos y nos sentimos identificados porque hemos pasado por situaciones similares. Poderlo expresar y sentirte escuchado y acogido con empatía y cariño del grupo fue muy liberador y sentí mucha paz y ánimo para seguir adelante".
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